jueves, mayo 25, 2006

XXIII Utopía y THC

















Cuando hablaba nadie se atrevía a interrumpirlo, o él no lo permitía. Miraba fijamente a los ojos de los presentes, hablaba claro y pausado, aunque yo no podía entender absolutamente nada de lo que decía. Pensaba en Mariana, ya me estaba hartando de pensar tanto en ella y no poder verla. Prefería las rejas de aquella celda cordobesa a éstas, invisbles, impuestas entre nosotros. Nadie interrumpía, hablaba con distinción de catedrático, ejemplificando y contando cosas extrañas. El internarme en esa casa me hacía sentir raro, era como un aire de misterio que me envolvía y me trasnportaba a la dimensión desconocida. A veces la gente actúa en formas extrañas... Yo no podía quejarme... Allí estaba escuchando, con ganas de irme, saltar un paredón y refugiarme solo en algún lado donde no existiese el dolor o el pensamiento o la agonía. Era difícil la vida pero se seguía vivo, mi vida era mía antes que nada y eso estaba bien claro, faltaba olvidar a esa mujer que me hacía perder la cabeza y la razón (y era sólo ella para peor) Decidí de pronto que quería irme de ese lugar, entonces me levanté para despedirme y él me detuvo, me miró a los ojos y me dijo:
- Cuando navegaba por el amazonas, entramos a una zona de pantanos y ante nuestra llegada, en las orillas se comenzaron a oír tambores... Tucutúm, tucutúm, tucutúm... Llegar allí era distinto, escuchar esos tambores era distinto... Ahora podés irte.
Lo miré, sonreí y me retiré de allí, era tarde y quería encontrar un lugar tranquilo, donde pudiese estar solo con mi dolor. Comencé a caminar mi desesperación y locura, algún día llegaría al lugar que buscaba.
- Eso que pintaste está bueno, Hank.
- ¿Te parece?
- Me hace pensar en una cadencia de notas sostenidas...
- Andá a hacerte el músico a otra parte...
- Soy músico loco...
- Si y yo soy Miller...
- Vos sos un cuelgue, Johnny...
- Mirá, Pablo y yo vamos a ser los escritores de la década, vas a ver, somos los mejores...
- ¿Qué opinás, Pablo?
- Que puede que tenga razón...
- Entonces yo voy a ser el músico de la...
- Vos sos un gil Loco...
- El Loco tiene talento...
- Defendé a otro frustrado...
- Yo no estoy frustrado, estoy cagado a palos por la vida.
- Eso se refleja en tus pinturas, Hank, predomina el rojo.
- Pasá el faso chaval...
- Ya va, esperá tu turno...
- ¡Ese es el problema, estamos hartos de esperar! ¡Siempre esperar, esperar la felicidad! ¡Salgamos a buscar, basta de esperar!
-Pablo además de escritor va a ser dirigente...
-No hace falta ser dirigente para darse cuenta que esperar no nos lleva a nada. Allá en la esquina hay una historia esperando, vamos a buscarla, vamos en busca de aventuras y no hablo de viajes a lugares exóticos, hablo de salir a buscar de descruzar los brazos y buscar, buscar y no parar hasta arrebatarle a la vida hasta la última gota de felicidad.
-Somos unos fracasados con suerte, como nos decía Valeria.
-Valeria es una pajera.
-¿Porqué los dejó por un franchute?
-Tal vez...
-Sólo tenemos que despertar chavales, despertar...
-¿Despertar de qué, Pablo?
-Abrirnos a la vida... Olvidar nuestras barreras, después de todo tu eres la única muralla si no te saltas nunca darás un solo paso. Transformar nuestras murallas en metas y saltarlas. Despertar Hank, del pasado, escapar de ese sueño pegajoso. Escapar de la muerte, del dolor, de las mujeres, del esperar a que mañana sea mejor... Hoy es mejor...
-Ya estás loco, Pablo, a veces el pasado es imposible de olvidar.
-Ya lo sé Hank, como también sé que para vos es muy difícil, abrirte a la vida, allá afuera hay mucha gente esperándote, enterrá el pasado, ya no podés hacer nada. Vos, Loco, despertá, dejá volar todo tu potencial, vos Johnny dejá salir todo lo que llevás que es mucho y muy bueno...
-¿Y vos? – preguntaron los tres al unísono.
-Yo... Yo tengo que olvidar a Mariana y volver a hacerme fuerte y luchar... No somos cuatro fracasados, mentira... Somos cuatro guerreros, somos tipos comunes, que encerramos cosas poco habituales. Luchemos. No nos dejemos vencer, sólo hay que esforzarse y saldremos adelante, somos cuatro tipos exitosos caminando por las sombras, no somos cuatro fracasados con suerte, somos cuatro tipos exitosos que sólo debemos despertar...
Pablo había arrojado el primer dardo envenenado en nuestros adormilados orgullos. Tenía razón, la clave estaba en despertar al mundo, hacernos escuchar, cantarles nuestro éxito y no nuestros fracasos... Éramos cuatro tipos exitosos y teníamos que demostrarlo, es más: DEBÍAMOS...

* * *




FIN DE LA PARTE I

martes, mayo 23, 2006

XXII Con la furia a flor de piel

















Mientras esperaba a Pablo me acerqué a una vidriera de un negocio, me veía en el reflejo, pensé que ya era hora de efectuar algunos cambios en mi aspecto físico, era hora de cortar esos pelos, de darle un aspecto más ¿humano? Pablo estaba retrasado, me había dicho que luego del trabajo nos encontrásemos en esa esquina para charlar un poco de nuestras vidas, vieja esquina que nos había cobijado, miles de cervezas que habremos tomado allí. Pablo estaba por llegar o no vendría, en el último tiempo se había hecho amigo del Loco, yo seguía detestándolo por mi puto orgullo machista. Hank estaba mal por lo de esa mujer, ¿cómo se llamaba? Iríamos a verlo en algún momento. Hank me caía bien, era un tipo sensato, muy sincero, pero tenía la mala suerte de su lado, una nube negra sobre su cabeza, siempre sufriendo por amor o por su falta. Falta envido, Pablo se hizo presente. Pablo es de esos tipos bipolares: o está todo bien, o está todo mal. Puede ser el tipo más feliz de la tierra o el más sufrido, pero siempre generoso, no conoce de mezquindades, se da entero o nada... Destapamos la primer cerveza de la tarde, hacía calor, el calor abrazador del cemento. Hablamos de vulgaridades y de pequeñas mentiras. Él seguía extrañando a Mariana, no podía reponerse ni olvidarla. Yo con Valeria no había vuelto a hablar, luego de esa última cena donde quedó muy en claro que lo nuestro había terminado. Faltaba Hank allí para completar el club de los corazones solitarios... Pero a falta de Hank llegó el estúpido del Loco.
Estábamos riendo para no llorar supongo, Johnny de pronto cambió su expresión, volteé la vista hacia mi derecha y pude ver que el Loco venía caminando. Johnny refunfuñó y se aprestó al enfrentamiento, tenía mucha pero mucha bronca hacia quien le había quitado la novia... Terrible machista por momentos. Hubo un saludo muy tenso, luego silencio, se miraban con recelo, casi a punto de matarse con los ojos, podría jurar que de no haber estado yo allí lo hubiesen hecho.
- ¿Qué mierda hacés acá?
- ¿No puedo unirme a la reunión?
- No...
- ¿Todavía estás caliente por Valeria?
- No te quiero ver imbécil...
- Si te sirve de consuelo... me pateó...
- ¿Qué?
- Conoció a un francés y me rajó... Estoy en la calle...
- ¿Y ese quién es?
- No sé, un periodista o algo así...
- Están empatados muchachos, ahora pueden amigarse...
- Calláte Pablo, yo con este no me amigo ni aunque me maten...
- Es al pedo, ni el Loco ni vos están con Valeria...
- ¿Qué tiene que ver?
- Mirá, la mina nos pateó a los dos... yo contra vos no tengo nada Johnny, ya tengo demasiados enemigos alrededor.
- No me importa...
- Mirá, Johnny, el Loco no es tan mal tipo, si no fuera por el Hank estaría haciéndole compañía a la negra, somos todos iguales...
- ¿Olvidamos los rencores Johnny?
Costó, pero finalmente se dieron la mano, parecía algo muy onírico verlos mirándose fijamente mientras se apretaban la mano, fue más largo de lo que creí... Mariana resonaba en mi mente... ¿Cuánto más?
Al fin y al cabo yo ya era parte de ese clan de perdedores con suerte como nos llamaba Valeria, no valía la pena lamentarme por ella, lástima que no tenía dónde vivir ahora...
Por esas cosas de honor le ofrecí al Loco que se fuera a mi casa hasta que consiguiera algo, era un buen tipo, sólo tenía que remontar vuelo, miró hacia un costado, el sol le iluminó los ojos, se veían muy brillantes y claros, era un guerrero más luchando codo a codo con nosotros. Sólo faltaba Hank. Todavía sufría por aquella mujer, hermosa por cierto, lástima que muriera de esa forma. Triste y duro lamento el de Hank, siempre sufriendo por alguna mujer, por alguna mujer hermosa... Era una mierda recordar ciertos momentos y la impotencia que éstos generan... Esa noche íbamos a festejar algo por ahí, camino a casa de Johnny nos detuvimos en un kiosco a comprar cerveza. Con Hank cruzamos a comprar mientras Rosario bajaba del auto a tomar aire y Pablo luchaba con un casete que se había trabado. De un momento a otro un auto salido como de la nada, tiros, confusión y Rosario cayendo al suelo, unas botellas explotaron en mi mano, Hank estaba detrás de mí, las balas me evitaron, no era esa mi hora, tampoco la de Hank. Esos tipos no jodían, hicimos lo que pudimos, casi nos matamos en el auto por llegar al hospital, la ambulancia... nunca salió... Rosario murió en el camino, cuando Hank entró a la guardia con ella en brazos ya era tarde, alguien se acercó a ver mi herida en la mano, un vidrio la había atravesado, yo no sentía dolor físico, pero sí un fuerte dolor ante la muerte. Hank quedó destrozado luego de esto, amaba mucho a esa mujer... y la habían asesinado. Luego la policía, las declaraciones, los médicos, testigos, dudas, impotencia ante tan injusto proceder... ¿Justicia? ¿Cómo creer en ella luego de esto? Uno a uno nos vencimos... Alguien dijo que tuve suerte, que esas balas me hubieran atravesado, ¿cómo saberlo?
Por la mirada perdida que tenía el Loco en aquel momento, me di cuenta que estaba recordando la muerte de Rosario, jodido... Yo estaba en el auto en ese momento. Nadie pudo hacer nada, ¿cómo saber que nos seguían? Hank quedó destrozado luego de eso, ¿lograría ser feliz junto a la mujer que amaba? Era como su karma... Puta madre, si tan sólo no hubiese sido así...

miércoles, mayo 17, 2006

XXI Difícil sentirte cerca

















Abrí la siguiente botella de cerveza, una brisa amarga se coló por mi nariz, sentí que era exactamente eso: la belleza de la amargura. Comencé a despojar una a una todas mis pieles hasta llegar al abismo y gritar, gritar ante el desconcierto, ante la incertidumbre de no saber si realmente te amaba o si te escabullías sin siquiera dejar una herida abierta. Pero la herida ya estaba allí instalada en mi alma, sangrando y te puedo asegurar que duele, por decirte una estupidez, duele en la garganta, cuando querés gritar y tomás otro trago de cerveza para aliviar el dolor. Duele a la noche, cuando las sábanas se me pegan a la piel y despierto empapado en sudor... solo. Duele cuando me doy cuenta que dudar es perder dos veces... y yo dudé... y perdí dos veces. Es tan difícil sentirte cerca cuando mi garganta quiere dejar salir todo ese caudal de voz, liberar todo ese dolor, gritar y volver a gritar tan solo por el hecho de cansarme y dormirme y soñar cosas que me alejen de la realidad y el dolor y este vaso de cerveza. Seguramente mi voz sonó demasiado triste y cansada, porque quien llamó no se animó a hablarme siquiera y cortó. Hace tiempo que llaman para no decir nada, me pregunto si será tan obstinado ese ser que insiste en llamar para no decir absolutamente nada, nada, nada... Demasiada mierda en este mundo varón, demasiada... Vuelvo a tomar otro trago de cerveza, comienzo a pensar que tal vez debiera escribir guiones para publicidades de cerveza en vez de esta mierda. Y cuando me canso y siento que ya está calmando este torbellino vuelve a remontarme hasta allí donde ya no podré aterrizar sin dañarme. Sólo el tiempo puede hacer cicatrizar las heridas del alma, hace tiempo que no te veo y siento que la herida no cierra completamente y cada vez que te colás en mi mente vuelve a sangrar... Fue tan hermoso arreglar mi cabeza junto a vos compartiendo esas cervezas, olvidando mis obligaciones pertinentes y dejándome llevar por la brisa de tus ojos, realmente fue una despedida anunciada. Todas y cada una de las veces que imaginé llegar hasta el punto del "hasta acá llegué" las lágrimas inundaron mis ojos, porque no puedo imaginar la vida sin vos, al menos por un tiempo, porque no puedo dejar de extrañar el calor de tu piel, porque no puedo dejar de sentirte cerca, aunque lejos, cada vez más, estemos. Vuelvo a tomar otro trago de cerveza y me pregunto si será cierto que vas a venir a buscarme una vez arregles tu cabeza, una vez escuches todas tus voces por dentro. No quiero hacerlo más difícil, pero esta es la cara oculta de los sentimientos, del amor, de las pasiones... dolor, soledad, llanto, angustia... Valles y valles de seres cabeceando con lo absurdo, con flores en las manos llagadas, casi putrefactas. Los Enigmáticos me seguirán de cerca tratando de no dejarme flaquear, los Guardianes me llamarán para dejarme entrar en la ciudad Intraterrena, ya no tendré conflictos con mi ser... ¿Ya no?

lunes, mayo 15, 2006

XX Rabiosos hasta los codos

















Lo que faltaba... ahora se aparecían hechos mierda y con ese chabón semi muerto. Maldito día en que volvió el Loco. Y Pablo, justo él venir a hacerse amigo. La negra esa con la jeta partida, el Loco sangrando, Pablo cagado hasta el orto y ese tal Hank totalmente cagado a palos... ¿En qué bardo se habían metido? Tomé el diario enfurecida, hallé una nota donde decían algo de una panadería que había sido incendiada, la gente está loca, ¿qué mierda está pasando?
Antes de doblar en la esquina preparé el bidón con nafta, frenamos frente a la puta panadería de mi exfamilia, lo arrojé contra la puerta de vidrio luego de prender la mecha, el vidrio se rompió en mil pedazos y allí dentro empezó a arder, el primer atentado estaba consumado, huímos por una calle poco iluminada bajo las sombras de la impunidad.
Jimy se había terminado su papel, ya estábamos más que rabiosos, los cuatro en esa habitación húmeda y maloliente, llegamos al edificio, entrar fue fácil, aunque hubiese un policía allí abajo, alguien en el segundo piso nos abrió la puerta, entramos. Mientras Julián hablaba con ese payaso de compañero de facultad los demás bajamos a exterminar al rati. Toto trabó el ascensor y pronto sonó la chicharra, gritó, el policía subió a inspeccionar qué sucedía, mientras subía lo agarramos por la espalda y sin demasiada saña ni precisión Jimy le cortó la garganta, el muy conchudo no se moría y gritaba, así que Toto lo silenció a patadas mientras se terminaba de desangrar.
En las películas parece fácil, pero el cuchillo tenía poco filo o el cuello de ese hijo de puta era muy ¿duro? Por suerte Toto lo cagó a patadas hasta dejarlo inconsciente en el suelo, desangrándose. Sería mejor que nadie nos hubiese escuchado. Subimos al noveno, fue tipo comando... comando salvaje... Era de noche y no fue fácil entrar. ¿Cómo tirar abajo una puerta tan blindada? El hijo de puta tenía miedo. Entramos por la de servicio, tocando timbre y fingiendo un cambio de guardia, alguien abrió la puerta con la traba puesta y Toto la bajó de una patada, tal vez era la sirvienta, una vez dentro: exterminación total... Luego fuego, que se quemen en sus propias llamas... Abajo Julián se las tomaba de la casa de ese payaso. Una vez en la calle todos al chevy. El segundo atentado había sido cometido.
Esa noche me fui de la casa de las alemanas, Valeria... ¿qué sería de ella? Necesitaba intentar una reconciliación. Decidí cambiar de rumbo, mejor desintoxicarme en mi casa.
Pablo y el loco se llevaron a Rosario y a Hank a casa de Pablo. Yo no los quería en mi casa, algo andaba muy mal: Demasiado. Yo decidí ir a casa de Johnny a ver cómo estaba, parecía estar muy mal, debía comprobarlo, en verdad el Loco me estaba saturando, aunque Johnny era un imbécil también.
Al llegar a casa escuché un mensaje de la Turca en el contestador:
- Pablo, necesito verte urgente, llamáme...
Parecía que ahora encima había más problemas. Grité y no fue suficiente, faltaba lo peor...

jueves, mayo 11, 2006

XIX Dos antorchas en la mano
















La botella de ginebra sobre la mesa, por dos veces la tentación de besarla y beber su alma, por dos veces la negativa. Sonó el teléfono, molesto acaso por la hora. Contesté sabiendo quién era y qué quería. Salí, afuera el frío congelaba la ciudad.
La pizza me había caído mal, la puta que los parió los vamos a reventar. Era una de esas noches en que patrullar se hace aburrido y me dan ganas de masturbarme mientras Choto conduce el patrullero. La puta madre y frío.
Mi hermano tomó el auto, hacía tiempo esperaba este día, seguramente iría a buscar a Carla y se irían a un lugar alejado donde... bueno ya saben.
Tenía tantas ganas que no aguantaba, hacía frío, Jorge había encendido la calefacción del auto pero no bastaba con eso sólo sobreviviríamos si nos abrigábamos con nuestros cuerpos.
No recuerdo cuando nos dimos cuenta que alguien golpeaba el vidrio, tal vez pasó un rato, pero en ese momento no pudimos dejar de hacerlo, sólo cuando volvieron a insistir tuvimos que parar, por qué en ese momento no lo sé. Era un oficial de policía, gordo, con bigotes, cara de cerdo, se le escarchaba la baba que le caía por la comisura de los labios. Algo dijo, hablaba con Jorge, comenzaron a caminar... Intenté averiguar qué pasaba, pero Jorge me dijo que me quedara dentro del auto. Al rato alguien golpeó el vidrio otra vez, no se podía ver porque estaba empañado, abrí la puerta y allí estaba el oficial de policía mirándome, sus ojos desnudándome lascivamente, luego se arrojó sobre mi y... ¡Hijo de puta! Fue horrible, intenté gritar pero nadie me oyó, y el cerdo hijo de puta me... ¡Hijo de puta! ¡Hijo de puta!
Cuando mi hermano se fue me dijo que volvería a las tres, pero eran las cinco y media y no volvía, tampoco iba a volver.
- ¿Usted está seguro de lo que me está diciendo?
- ¿Usted cree que voy mintiendo por los juzgados? ¿Me ve cara de pelotudo?
- No, no, discúlpeme pero es una denuncia muy grave la que usted quiere radicar...
Siempre lo mismo, cuando son ratis los que se cargan a uno, no pasa nada. Coimeros hijos de puta, los denunciás y sos boleta, es una mafia del orto. País de mierda...
Chillaba y gritaba la muy putita, pero me las arreglé para que me diera una buena chupada, después me la garché en el autito de mierda... Me gusta que griten y se defiendan, es en vano siempre triunfa el "Oso"...
- Otra vez el "Oso" se mandó una cagada comisario...
- ¿Qué hizo ahora?
- Pelotudeces, le rompió la jeta a un boludito de una pizzería.
- ¿Por?
- Le cayó mal la pizza...
- Se lo merece por pelotudo. ¿Cómo va el laburito Villalba?
- Ya está terminado comisario, no se preocupe, ya encontré al pibe... Ya lo finiquité...
- ¿Y aceptó?
- Y no le quedaba otra, a ver si se accidentaba, usted sabe que la calle está dura...
- ¿Quién es?
- Un drogoncito que se cree muy vivo y que le vamos a hacer el orto...
- Hay que acabar con esas mierdas...
- Hay que dejar algunas para nuestro uso...
- Es cierto Villalba. Tiene razón sargento.
No recuerdo bien qué hacía en ese momento, iba de ácido en ácido y recorriendo los caminos, alejado del rebaño del pastor, la obeja negra, me cago en eso y en vos también, estamos? Ya había cagado a esos chavales... La gran puta... ¿Y Caro, qué sería de ella?
- Esta es una noticia muy importante, escuchá: matan a un pibe y violan a su novia, parece que fue la policía.
- Si publicamos eso, ¿qué onda?
- Nos metemos hasta el culo...
- Ni en pedo...
- Pero podemos ganar mucha guita Pedro.
- ¿Cuántos dígitos?
- ¿Cuántos querés?
Esa noche me invitaron a una fiesta, Piti y sus amigos, me habían contado que había caído un amigo de ellos que andaba viajando. Esa noche conocí a Federico, el Loco, era re-copado el chabón. Lo llevé a mi casa y me lo devoré entero.
Encontrar un boludito que haga el trabajo no es fácil, o si, pero no encontrar uno que no sea tan boludo como para cagarse en el cambiaso y arruinar todo. Este era perfecto, de las tres veces que lo había visto, las tres estaba colocado hasta la pinga, pero era inteligente y frío, el tipo justo para garcar gente.
La idea me sonó extraña, bah, todo sonaba extraño, hasta Carolina, la chica que había conocido esa noche me parecía extraña, quería coger, se le notaba en la mirada y allí estaba yo con mi número de lotería. La idea no me gustó, pero el tipo me dijo que "los accidentes sucedían y que yo era muy joven para que me metiera una bala en la mollera. ¡Shit! Por primera vez sentía miedo, tanto que tuve que decirle que sí. Ya estaba hasta la pinga y no podría volver atrás.
Fede hablaba con un tipo de esos de los que más vale desconfiar que hacerse amigos, me miró, vino hacia mí, pero estaba raro, pensé que el ácido le estaba pegando mal... Nos besamos un rato y luego nos marchamos de la fiesta para mi casa.
No se por qué pero la forma que se articulan mis recuerdos no es lineal, cada imagen dispara miles de sensaciones que solo puedo corroborar luego de un largo período de trance. Hasta acá todo podía ir peor, pero luego sabría que ya no, si hacía frio o calor son detalles tan insignificantes, sucedio antes o despues del trabajo sucio? Soy yo realmente quien escapó de aquella camioneta? Cuanto tiempo pasó desde que salté hasta que desperté para ver aquello, inmovil, entumecido hasta mas no poder, silencioso para no gritar, y el dolor rajandome las venas frias, cai ausentes. A veces es malo colarse varias pepas en poco tiempo, me había levantado una camioneta, yo viajaba en la caja, hacía un frío de cagarse cuando de pronto decidí que si me arrojaba de la camioneta se me pasaría el frío, sólo recuerdo que me paré y salté. Era de noche, hacía frío y se sentía como un mosh... pero de pavimento. Perdí el conocimiento y cuando desperté estaba tirado contra un alambrado, los yuyos crecidos y mojados, no sentía ni dolor ni frío ni nada. Solo había un árbol, que de haber estado más amable no se hubiese reído por horas de mí sin hacer nada. Volví a despertar, creo que fue una luz que vi, miré para pedir ayuda y vi la silueta de un auto y detrás un patrullero con las luces encendidas, dos hombres caminaban hacia donde estaba yo, no sabía si me habían visto, pero mejor no abrir la boca. Uno no era policía, parecía que discutían, algo raro pasaba en el auto, empezaron a forcejear hasta que uno cayó al piso de un fuerte golpe que lo dejó inconsciente. Gritos de mujer, la soledad de la ruta, y justo ahí había decidido bajarme, no sabía si me había roto algún hueso o si moriría de frío o de un tiro. Un gordo se bajó del auto y caminó hacia donde estaban los otros dos. Se abrochaba el cinturón y reía a carcajadas, pateó al que estaba en el suelo y lo hizo reaccionar; sacó su arma y lo miró fijo y disparó. A esa distancia imposible fallar. La mujer salió del auto corriendo y los dos policías salieron tras ella. He tenido malos viajes, pero los prefiero a haber presenciado esto que les cuento. Lo prefiero mil veces. Perdí el conocimiento nuevamente.

martes, mayo 09, 2006

XVIII Las almas perdidas










Nadie puede predecir de quién se va a enamorar, de eso estoy convencido, hacía tiempo que no veía a Verónica. Había desaparecido, nadie sabía nada de ella. Por casualidad me encontré con el Loco un día y me invitó a comer algo a la casa de su chica. Valeria era hermosa hembra, pero no era mi tipo, esa noche cayó un tal Pablo, tipo desquiciado si los hay. Salimos por ahí a yirar sin rumbo y sin demasiadas intenciones, el Loco estaba bien acompañado pero Pablo y yo: SOLOS. Descubrimos que ninguno de los dos había nacido para estar lejos de una mujer. Me comenzaba a caer bien ese tipo excéntrico. Luego de hablar toda la noche y de tomar mucha cerveza en ese pub, apareció una mulata hermosa en la que prontamente posé mis ojos y en algún momento me miró y ahí lo supe: esa mujer me buscaba hacía tiempo. Desde un principio todo fue bien, congeniamos, reímos y parecía perfecto... demasiado. Olvidé a Verónica por un momento. Sólo ella, Rosario y yo, hermosa piel mulata contrastando con la mía. Hermosa mujer de extremada sensibilidad. Pude sentir que estaba sufriendo y que algo me ocultaba.

Los días pasaron, ya había renunciado a la posibilidad de encontrar a Verónica, me había perdido en los ojos de Rosario, estaba enamorado de esa mujer. Sus lágrimas me hacían sufrir a mi también, ese silencio, tomaba sus cosas y se marchaba dejándome solo. César había desaparecido. A veces cuando volvía a casa, recordaba aquella puerta que traspasaba internándome en esa pasión prohibida con Verónica. A veces despertaba con el timbre, era Rosario bajo la lluvia con su sonrisa. Llegaba y se iluminaba, reía, era feliz, me contaba de su República Dominicana, de su familia, de sus recuerdos, luego antes de irse se transformaba en la triste Rosario, angustiada, de ojos llorosos. Nunca me decía cuál era su pena y eso que lo había intentado. Parecía haberse jurado nunca decírmelo. Sentíamos una fuerte pasión, llorábamos juntos nuestras penas, pero felices de habernos encontrado. Un día decidió contarme su gran dolor, en sus ojos se veía sinceridad, estaba seria, casi a punto de llorar. Había llegado al país para trabajar de empleada doméstica en una casa donde le iban a pagar bien, así podría enviarle dinero a su familia, al llegar le quitaron el pasaporte y los documentos y la llevaron a una casa a trabajar, pero de prostituta. Era doloroso escucharla, decírmelo era doloroso tal vez más para ella, yo la amaba y nada iba a hacerme sentir otra cosa. Ella juró que me amaba y que no me lo había dicho antes por temor a que yo la dejara. Comprendí el por qué de sus silencios, sus lágrimas silenciosas, su tristeza al marcharse. Le prometí sacarla de allí, haría lo imposible por eso. Pero me pidió que no me metiera, esa gente no se andaba con vueltas si me hacía el pesado me bajaban. Se marchó, se le hacía tarde y no quería tener problemas. A los días siguientes apareció César por su casa, con un ojo negro y un yeso en el brazo, nos vio salir a Rosario y a mí. Lo ignoré, no quería verlo, esa mierda tenía los días contados. A la semana siguiente Rosario no apareció, cuando regresó luego de varios días de ausencia, estaba golpeada, esa gente se había enterado de mi existencia y estaba todo mal. Rosario había escapado y sólo me tenía a mí. Esa tarde el Loco y Pablo me pasarían a buscar, alguien nos había invitado a una fiesta. Sonó el timbre fui a abrir la puerta y de golpe se me vino encima, el golpe fue duro, un par de tipos querían llevarse a Rosario, entre ellos estaba César, el hijo de puta nos había buchoneado... Recibí una paliza...

El Loco bajó del auto y fue hasta la puerta de la casa, subió al primer piso, lo seguí. Al llegar escuchamos gritos y ruidos, unos tipos golpeaban a Hank y querían llevarse a su chica. El Loco le saltó encima a uno dándole una patada, otro sacó un arma e intentó dispararme, falló, comencé a forcejear, de pronto disparos, gritos, confusión, alguien que corría, sangre, olor a muerte. Miré al Loco, estaba vivo, yo también, Rosario sostenía un arma en la mano, Hank en el piso golpeado, uno de los matones en el suelo, muerto, el otro herido sangrando, el del yeso había huido. Salimos de allí, subimos al auto y nos fuimos, pronto llegaría la policía, Rosario abrazaba a un maltrecho Hank, le caían lágrimas por su golpeado rostro, ni el Loco ni yo entendíamos bien qué sucedía.