jueves, marzo 06, 2008

XXXIV La historia más triste


















Me había encontrado sorpresivamente con Luz meses atrás, estaba tan cambiada. Había cortado su largo pelo y si bien adoro en forma instantánea a las peladas, me resultaba extraño verla con la cabeza rapada. Hacía tiempo que no nos veíamos y su mirada tenía algo diferente, algo que no era normal en ella. Ahora volvía a encontrarla, nuevamente algo en su mirada, me habló y la escuché, tomamos té nos abrazamos y lloramos. Era franca y directa:
- Pablo, a vos no te puedo mentir... Tengo HIV y es posible que vos también estés infectado...
- Desde cuándo lo sabés?
- Hace un tiempo me dieron los resultados definitivos... Es todo tan difícil, la psicóloga, las pastillas y la puta que lo parió!
Me quedé mudo, no sabía que decirle, pensé en mí un instante eternamente egoísta... Ella ahí frente a mí condenada y yo pensando en mí... si todavía existía una posibilidad de un resultado negativo. Así comenzaron mis días de tormento. Me contó muchas cosas del tiempo que habíamos dejado de vernos, me habló del cubano y todas sus hipótesis de contagio. Nuestra relación había sido corta y solo se basó en el sexo y calor de los días de invierno. Me hizo prometerle algo que tenía que ayudarle a realizar. Estaba comenzando a ceder ante la muerte y eso me asustaba. Sus palabras reflejaban el cansancio, la impotencia y la entrega ante la muerte, hablaba como si estuviera muerta, anticipándose a lo que vendría. Intenté darle fuerzas pero ya era tarde. Comenzamos a rastrear a todas las personas con quienes nos habíamos acostado desde entonces, era factible que ellos también fueran seropositivos... si yo lo era. Lloramos y nos abrazamos sabiendo que era imposible el contagio vía abrazo, aún ignorando si yo estaba infectado o no. Puto virus.
Luego se sucederían mis charlas con Hank (él también había estado con Luz) Cómo avisarle a Mariana? Y a Andrea? No era fácil encarar esas charlas.
Luego de unas semanas me entregaron el resultado... NEGATIVO. Me tranquilicé, pero lloré por Luz. Le ayudé con lo prometido, el invierno avanzó sobre nosotros. Luego vendrían para ella las colas en los hospitales, la falta de medicamentos, los grupos de ayuda, el cansancio de este puto sistema en donde la gente muere sin esperanzas. Los días pasaron y lentamente iba cumpliendo mi promesa.
Luz murió años después, tenía veintiseis años y su futuro se oscureció y desapareció junto con ella. La última imagen de Luz registrada por mi cámara fue una sonrisa amplia y viva, un baile y una actuación brillante. El video se lo entregué a su hermana para que su hija conociera a su tía. Luz quería ser actriz, su sobrina crecerá con el recuerdo de ese video y esas imágenes. Hoy lloré la pena de tu muerte Luz, hoy me hice más fuerte con los golpes que nos propina la vida.
- Pablo, a vos no puedo mentirte...