lunes, febrero 27, 2006

IV Trip... trip... tríptico

















Deseaba bucear bajo esa gran bola de ruido, pero sentía que se desesperaría y sus pulmones se llenarían de aire antes de poder hacerlo. Desconcertado miró el lugar y no sabía dónde estaba. Caminó hacia un kiosco y luego de comprar una cerveza tomó un tríptico de promoción de ¿aquél lugar tal vez? Cruzó hasta una plaza invitado por el verde tan verde que creía desesperar, se sentó a tomar la cerveza e intentar recordar dónde estaba, no había caso no recordaba nada. Despertó con un efecto resaca ácida potenciado hasta los mil ortos de Satán... el árbol bajo el cuál se había echado era una gran boa constriptor que comenzaba a enroscársele por todo su cuerpo. La sangre inmediatamente se hizo presente como en todo ese viaje, no sabía cuál era la causa de todo aquel rojo brotando desde el césped herido, corrió como pudo a refugiarse de la lluvia, roja muy roja cayendo desde el cielo herido, sintió crujir un papel que en realidad era su corazón, intentó leer las primeras líneas pero abandonó la tarea cuando su ojo enfocó el precipicio de aquella O en donde recaló su interrumpida lectura, cayó por él, fueron días... el pozo de Cúmulus Kamus hasta que regresó pero sintió que había quedado atrapado eternamente allí. Comenzó a escuchar voces, voces de gente conocida, amigos, padres, novias, jueces... Trató de controlar sus movimientos y llegar hasta el primer banco, alguien hablaba, ya era sólo una voz en todas y cada una de las caras que se le derretían a su paso. Luego, si creía que allí terminaría todo, cada cara que veía era la misma, la de su amigo, en el placero, en la anciana sentada en un banco, en el borracho bebiendo de su tetra, en la del policía que le pidió sus documentos... Estaba hasta las pelotas y lo sabía, era más fácil correr que dejarse devorar por aquel cobani uniformado...

sábado, febrero 25, 2006

III Reviente cordobés

















El calor de la siesta cordobesa era sofocante, el sol se reía de los incautos que habían salido fuera de sus cuevas. El Loco caminaba empapado por una vereda rota, el sudor cayendo por su frente, en su mochila los dos kilos de cocaína productos del cambiazo en casa del Rulo. Al llegar a una esquina se cruzó con un patrullero, en ese instante pensó: ¡el reviente me lo hacen a mí en la calle, la puta! Comenzó a recordar su conversación con el tal sargento Urquiza y su propuesta laboral...
- Mirá pibe, la cosa es simple. Los vagos esos que están con Gerardo van a pegar dos kilos de merca, vos tenés que cambiar los paquetes de merca por los "muertos" que te voy a dar antes del sábado a las tres de la tarde, si no cae la brigada y van hasta las pelotas, pensálo de esta manera, si me hacés este laburito tus amigos zafan de las rejas, y si abrís la boca... no me gustaría enterarme de que te encontraron en una zanja lleno de plomo... ¿Fui claro?
- ¿Vos sos yuta?
- Yuta o no yuta tenés una sola alternativa para seguir vivo...
- O sea que estoy como las putas...
- El sábado a las tres de la tarde, si no, fuiste vos y tus amigotes culeados.
El semáforo estaba en verde, Urquiza lo esperaba en el auto, subió sin demasiada confianza, arrancó con rumbo incierto...
- ¿Hiciste todo?
- Sí.
- A ver la merca.
- ¿La plata?
- ¿Me ves cara de pelotudo, pendejo? Mirá, si yo quiero te bajo ahora, así que mejor bajá esos humos, culeado, porque con una sola bala estás frito...
Las cosas se complicaban, Urquiza estaba tratando de intimidarlo, o lo iba a matar en serio, lo mejor sería esperar un poco. Llegaron a un descampado, allí el Loco comenzó a pensar en alguna forma de salir vivo de allí.
- La merca, pendejo. ¿Alguien te vio? Mirá que si se llegan a enterar que vos los vendiste te matan. ¡Bárbaro, un kilo novecientos cuarenta! O se lo tomaron, o los cagaron, o vos pendejo sos el responsable.
- Estaban así, los abrieron para probarla, además anoche estuvieron tomando.
- ¿Fiesta?
- Esta noche era...
- A esta hora ya debe haberles caído la brigada, tomá y rajá de acá... Y recordá que zafaste porque me caés bien.
- ¿Cómo me vuelvo?
- Arreglátelas solito pendejo culeado...
Arrancó y lo dejó allí, solo.

viernes, febrero 24, 2006

II La tristeza infinita

















Dejó de sonreír en ese instante, miró sobre su hombro izquierdo, hizo una mueca como de fastidio y empinó la botella de vodka. Recordó que no había visto a su amigo, pero eso no impidió que cambiara su decisión, en realidad nunca le habían gustado las despedidas, dejó algo escrito en una hoja, tal vez para el primero que la encontrara o para su amigo, su hermano; luego cerró los ojos e imaginó un salto infinito, el disparo desgarró el aire de la habitación y así terminó su vida.
Habrán pasado un par de horas hasta que el Loco llegó a la casa de Pablo y encontró a toda esa gente con su morbo a flor de piel, alguien lloraba, era la madre, entró buscando a su amigo y lo que encontró fue a Pablo pero eternamente dormido lleno de sangre, lo abrazó fuerte queriendo sentirlo, pero su cuerpo estaba vacío, alguien , tal vez un policía, trató de apartarlo, pero el Loco no quería soltarlo. Entre dos o tres lo sacaron de allí por la fuerza, sus ojos cristalizados por la incomprensión, la impotencia, el desconcierto, lo abrupto de la verdad sin anestesia. La madre de Pablo entre su llanto lo miró y proyectó inmediatamente todo su odio, bronca, histeria, en él, desde ese momento fue señalado y marcado con una señal de sangre en la frente por todos a cuantos llegó la noticia. Pese al estado de shock en que se encontraban todos los que querían a Pablo, tuvieron que declarar. La madre insistía en culpar al Loco por la muerte de su hijo. Alguien, tal vez el juez, decidió que debían someterlo a una pericia psiquiátrica: su peor pesadilla...
La casa de sepelios estaba completa, alguien había fallecido de cáncer al lado, el aire era denso y todo era tan tedioso y absurdo que el Loco no lo soportaría ni un instante. Acompañaron el cortejo fúnebre hasta el cementerio una fila de autos silenciosos con ocupantes que repetían siempre lo mismo. Allí depositaron el cajón, una lápida con una frase y una foto, coronas y flores, era un día de muertos. Detrás del cementerio las vías del tren veían llorar al Loco preso del desequilibrio.
Era más fácil buscar un culpable a admitir lo enfermo de la sociedad, el sistema, la familia... Y el Loco era ese culpable al que todos comenzaban a señalar y cada vez se volvía más insoportable, era una lima desgastando los nervios de un ser por demás humano, cansado, al borde del abismo.
No tardaron mucho tiempo en ordenar otra pericia psiquiátrica para establecer si era necesario la internación del sujeto. Luego de aquella agresión a la terapeuta durante una entrevista, el juez debía saber si el Loco se encontraba APTO PARA LA SOCIEDAD... Tal vez debiera ordenar su internación o terapia ambulatoria. Puteó, puteó tanto por aquella decisión de aquel magistrado, por tener que verse las caras con esa manga de buceadores del inconsciente, lemings siguiendo a Freud hacia el borde del acantilado escuchando su hermoso cuentito. Dudó en alguna respuesta o estaba harto de todo, metió la pata, no pudo engañarlos y lo sentenciaron a los psicofármacos. Él sabía la clara diferencia entre tomarlos por decisión propia y obligado. También sabía que le iban a cagar el bocho, que posiblemente, si no era más astuto que ellos, terminaría alienado sin futuro, sin voluntad, sin vida. Ingirió su primer pastillita: Zolpidem, un puto hipnótico...

jueves, febrero 23, 2006

I Celos
















Fue el fin de toda aquella conspiración lo que comenzó a darme la idea, a trabajarla lentamente dejándola entrar sin ningún reclamo, desde que sonó el teléfono y contestó Claudia:
- Sí, diga...
- ¿Pablo, está Pablo?
- Sí, ¿quién le habla?
- Mariana...
- Pablo... una tal Mariana... - sabía que se había enfadado, la forma de darme el tubo del teléfono, golpeándome en el pecho, lo dejé pasar y contesté-
- Hola, hermosa - sentí como Claudia se escurría debajo de mí y se iba al baño-
- Hola, Pablo...
- Qué entusiasmo tienes cuando hablas conmigo.
- Eso es algún tipo de...
- Sarcasmo...
- ¿Quién atendió?
- Ah... una amiga que ha venido de visita...
- Hay un recital esta noche... y pensé que sería bueno invitarte...
- Cualquier invitación tuya es bienvenida...
- ¿Te paso a buscar?
- Dime a qué hora...
- A las once...
- Hasta las once entonces, hermosa...
- Adiós...
Claudia volvió al cuarto y se tiró en la cama, encendió un cigarrillo, estaba enojada... Podía ver que no le gustaba para nada mi silencio y decidió quebrarlo con una queja...
- ¿Realmente la quieres?
- Sí.
- ¿Y por qué te acostás conmigo?
- Ah, es un problemas de roles...
- ¿Por qué?
- ¿Quién se acuesta con quién?
- ¿Y eso qué importa? Te pregunté por qué te acostás conmigo...
- Porque me gusta...
- ¿Qué te gusta?
- Acostarme contigo, mujer...
- ¿Pero te gusto?
- No importa... tu tienes un novio y te acuestas conmigo, no veo el motivo por el cual no pueda acostarme contigo teniendo una novia...
- No contestaste mi pregunta.
- No la voy a contestar... - y decidí acercarme lo suficiente como para morder su boca, pero luego de que ella lo hiciera, sólo para saber cuál era el resultado final.

sábado, febrero 18, 2006

0 Preamp
















El Loco avanza en su bicicleta entre los autos detenidos frente al semáforo en rojo, no se detiene...
- El semáforo también es para vos! Pará, pará! Pendejo de mierda por gente como vos el país está como está! – le grita enfurecido un anciano.
- Por viejos de mierda como vos que dejaron el país en ruinas estamos así, hacete cargo!
- La puta que te parió!
Un Falcon verde metalizado detenido frente al semáforo en rojo, en su interior viajan tres hombres de unos cincuenta años, observan la escena y conversan:
- A ese lo hubiéramos echo mierda por rebelde...
- Se hacen los polenta los pendejos pero si los hubiésemos agarrado nosotros los reventábamos con 220.
- Si el Tincho estuviera con nosotros...
- El Tincho nunca entendió que esa gente eran asesinos y subversivos, si no los hubiésemos cocinado las cosas estarían peor...
- Estamos así porque no pudimos limpiar a todos.
Una sirena de ambulancia se escucha próxima, Carlos al volante mira por el espejo retrovisor.
- Una ambulancia... abramos paso...
El auto de adelante no avanza, desde el Falcon suenan bocinas, la sirena se intensifica dramáticamente.
- Dale conchudo abrí paso! La puta que te parió!
- Es impresionante como ya no hay respeto por la vida, vaya a saber quién se está muriendo dentro de esa ambulancia.
Los autos avanzan y se abren, el Falcon le cede el paso a la ambulancia que avanza acelerando rápidamente.
- Dale che! Te pago para que me lleves rápido! Apretá el acelerador que no llego al aeroparque.
- Tranquilo jefe que ya me abrieron paso... – contesta el chofer de la ambulancia.
El ejecutivo vestido con traje, unos treinta y cinco años utilizando una ambulancia de taxi personal hacia el aeroparque... viajes de negocios.
En otro punto de la ciudad Johnny Jell hace negocios con el Fiaca y el Colombiano.
- Man, esta es la mejor merca! Pura como la Virgen santísima!
- Estás seguro Johnny? Mirá que a mi no me gusta tomar porquerías.
Johnny sonríe, los ojos le brillan tras sus anteojos Ray Ban, los dientes perfectamente alineados, blancos como la cocaína cortada que está vendiendo a sus ansioso clientes.
En una casa ubicada sobre una calle circular la Turca coge desenfrenadamente con Pablo un exnovio de su adolescencia... Pablo toma sus tetas las disfruta como en el pasado, pero con más experiencia, junto a la cama hay una tela en un bastidor recién pintada, es un estudio anatómico, la modelo: la Turca.
Marcelo camina por la costanera norte acompañado por Romina, no hablan demasiado, solo se besan frente a un carrito con un letrero que reza: Chori $1.
Hank vende entradas con descuento para cines y espectáculos en un local céntrico, su mirada refleja un cierto automastismo siniestro, su mente está viajando lejos allá por Montevideo.
En una húmeda y oscura habitación Julián y Aníbal peinan rayas de merca sobre un pedazo de espejo, Julián fuma un gran porro. Aníbal lo mira y toma una línea violentamente, el humo que exhala Julián se esparce por la habitación tal cual el frío que sienten dentro suyo.
En una celda de una comisaría Jimy y Toto esperan ser liberados, allí también hace frío y el olor es detestable. Jimy patea la puerta y putea, Toto mea contra la pared, luego se tira en una litera de cemento dura y fría. Jimy se toma la cabeza y grita.
En una oscura calle cercana a la zona roja un policía hace guardia, fuma un cigarrillo, no tiene más de veintidós años, en su cara se refleja el terror. Siente la muerte en todos lados.
En una playa en la bahía de San Francisco Lucía toma fotografías del atardecer, saca de su bolso una foto de Pablo exhalando una bocanada de humo, sonriendo con una particular expresión en su rostro. Es una hermosa fotografía, Lucía entierra los pies en la arena y enciende un cigarrillo mientras bebe un trago de vodka.
En un cementerio una tumba sucia con flores secas una cruz de madera donde se lee: Rosario. Una mujer negra observa la tumba y camina sangrando, perdido en su mirada el recuerdo de su República Dominicana.
Valeria toca el timbre del departamento de Johnny, nadie contesta, saca una hoja y le deja una nota que desliza por debajo de la puerta. Camina hasta un teléfono y habla con una amiga para encontrarse en un lugar preciso: El Mocambo.
Mariana piensa en ese joven que ha conocido mientras pedalea en su bicicleta hasta el instituto de danzas, solo recuerda su nombre: Pablo.
En un sórdido departamento en Crucecita este, César penetra violentamente a Verónica, su mujer embarazada. Ella grita pero a él no le importa, la golpea para que grite más fuerte:
- Gritá perra, que te gusta! Por el culo querés?! Eh?! Eh?!
Sobre la mesa hay unos billetes y papeles de merca, César absorto en su locura, Verónica sangra y llora de dolor. El hijo que lleva en su vientre se mueve inquieto.
En una playa del sur de Brasil Claudia atiende su propio bar, no le va nada mal. Conversa en portugués con los clientes habitués y ensaya un diálogo en francés con unos Canadienses, les sonríe al finalizar cada frase, su sonrisa es bella y los ojos le brillan, sabe cómo hacer para desplumarlos.
En un consultorio médico el doctor Meoli esnifa una raya de cocaína con un canuto de metal mientras una joven adolescente le practica una felliatio arrodillada a sus pies. Sobre la camilla su colega, el pedófilo doctor Socotrinsky abusa sexualmente de un niño. En la pared hay un afiche desde el cual Socotrinsky sonríe frenéticamente recomendando una marca de leche fortificada con vitaminas y minerales para niños.
En la oficina de monitoreo de un gran call center un supervisor se coge a una telemarketer peruana llamada Claudia con grandes ambiciones de ascenso. Mientras cientos de personas atienden y realizan llamadas teléfonicas ofreciendo tarjetas de crédito, planes de salud, televisión satelital, y objetos inservibles.
En Córdoba un tal sargento Urquiza de la Superintendecia de drogas peligrosas se coloca un chaleco antibalas y carga una itaka y su 9mm, las besa como si fueran sus amantes, junto con otros policías bajan en ascensor hasta el estacionamiento donde suben a unos patrulleros y autos particulares, parten rumbo a una dirección precisa, va a haber un reviente, en las calles de la capital cordobesa se escucha un tema de la Mona. Urquiza está exitado, tal vez demasiado, se agarra las pelotas y grita. El auto avanza rápidamente seguido por los patrulleros, las conversaciones por la radio son de lo más disparatadas, en código por supuesto.
Un Chevy ss cupé estacionado frente a la casa ubicada sobre la calle circular, en la guantera hay casetes de Creedence, viejos, hechos mierda.
A mil kilómetros de distancia un puente naranja cruza sobre el Río Negro, en el centro hay una columna con una placa, más abajo un desteñido afiche que anuncia un pasado recital de una banda que ha quedado en el olvido, el río murmura unos cuantos metros más abajo con su majestuoso caudal. Ogum ama a todas las almas sensibles.
Una gran telaraña superpuesta, histeriqueos cruzados, alucinaciones y delirios, muertes, suicidios e intentos fallidos. Soledad, dolor, alegría y llanto; drogas... toneladas de drogas corriendo por las venas de miles de personas. Orgasmos, polvos y eyaculaciones reiteradas, violaciones y actos de amor, niños naciendo, jubilados cobrando un mísero dinero, maestros de huelga, profesores universitarios que roban descaradamente frente a miles de alumnos, mafias, locales usurpados, casas tomadas, circos, políticos corruptos de putas y falopa levantando la mano votando o vetando leyes que desconocen. El pueblo desangrándose rumbo a la debacle. Policías armados reprimiendo a la gente, fábricas tomadas, personas luchando contra cánceres de todo tipo, forros pinchados, embarazos, infecciones, HIV, estrenos de películas, premios y críticas en los diarios, secuestros, containers con cargamentos dudosos, transas, putas, travestis, milicos, asesinos, Massera, bebés hermosos, actores cholulos, músicos drogones, perucas, bolitas y paraguas, chinos, jóvenes de excursión suicida, rock al palo, gays, narcos, presidentes, presidiarios, pibes villeros cantando cumbia, maestros en las villas enseñando, punkies, neo-hippies, skinheads, Totus toss en las paredes y las radios y los bares... Putas, locas, lesbianas, heteros, homos, zoofílicos y asesinos seriales. Música chatarra, delirio, llanto y cargamentos de sexo explícito, miles de litros de semen en películas porno... Todo el quilombo de una porción de humanos luchando en selvas de cemento respirando plomo, intentando vivir realidades tan distintas y distantes, amor y odio, todo en una gran coctelera agitada al ritmo diabólico de una bossa interpretada por Satán... Miles de vidas inertes y tan solo unos pocos cabrones del culo.

viernes, febrero 17, 2006

probando probando

eaeaea anda! joya puto el que lee. puto el que lee... cheeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

333EEE

sale

aca dara comienzo la publicacion de la novela más rapida, mal escrita, basura, droigona, violenta y llena de sexo muerte y rock n´pop.

guarda el charco