domingo, enero 11, 2009

XXXVII Crackeando almas













No presté demasiada atención al mensaje que había en el teléfono, tenía en mis manos el mísero papel sentenciándome. Mis ojos recorrían cada línea del puto resultado del exámen... REACTIVO decía... eso me sentenciaba y los ojos se me llenaban de lágrimas. Pensé en Romina y era peor, todo se confundía y se me presentaba tan crudo frente a mí. La amaba y era tan difícil pensarlo. Me sequé las lágrimas, tomé el arma, un revólver corto, salí cerrando la puerta sin convicción. Pensaba que con mi suerte algún cana rabioso me detuviera y me metiera preso, sólo debía llegar hasta ella, luego ya nada tendría sentido para mí. Las calles se disolvían lánguidamente bajo mis pasos largos y enérgicos. Llegué hasta el edificio, toqué el timbre, la voz de Romina se escuchó por el portero eléctrico y la
chicharra me indicó la apertura de la puerta. Debía cambiar mi cara, mi ánimo, Romina no debía sospechar nada. Muté. Romina abrió la puerta y me besó sonriendo y sonreí (sintiendo un dolor desgarrador por dentro) No hablamos mucho, sólo sonreímos mientras ella iba de un lado a otro al ritmo de la música armoniosa de Björk. Luego de un rato de lucha interna y mi mano tomando el revólver dentro del bolsillo de la campera muté nuevamente. Seriamente le pregunté:
Hace cuánto lo sabés
¿Qué, no entiendo?
El resultado del test me dio positivo, soy seropositivo Romina. ¿Hace cuánto lo sabés?
No sé de qué me hablás.
No te hagás la pelotuda, la única manera de contagiarme que tuve fue por intermedio tuyo. ¿Hace cuánto lo sabés?
¿De qué me hablás?
¡Vamos, mujer, no me vas a decir que no sabías que tenías HIV!
¿no entiendo, Marcelo?
¡Hija de puta! ¡Me decís que no lo sabías! ¿Hace cuánto lo sabés?
¡Ocho meses! ¡¿Eso querías escuchar?!
¡¿Y por qué no me lo dijiste?! Ahora estoy infectado como vos. Yo te amaba Romina, ¿por qué me hiciste esto?
Yo también te amo, Marcelo...
¡La concha de tu madre! ¿Si me amás por qué no me lo dijiste?
No me culpes...
¿Qué no te culpe? ¡Sos una hija de puta, ahora estoy condenado!
¿Y yo no?
¡Ahora estamos condenados!
Estamos, pero hay tratamientos y...
La puta que te parió, voy a acabar con esto...
No quería enfrentarlo sola, pensé que así tal vez...
¿Lo hiciste a propósito?
No.
Pero lo sabías.
Si.
Entonces fue algo consciente... Yo te amo, pero acá termina todo.
Luego saqué el revólver y le apunté, lloró, mis lágrimas también rodaban, disparé, disparé varias veces hasta darme cuenta de que ya no tenía balas y que el cuerpo de Romina estaba desparramado sobre la alfombra tiñéndose de rojo. Salí de allí no pudiendo entender nada: la había asesinado. En la esquina tiré el arma en un basurero, casi corrí escapando de aquello, escapando de lo que había hecho...
Al llegar del trabajo subí en el ascensor pensando en mi chiquita y en la sorpresa que le estaba preparando, pero cuando abrí la puerta la vi allí en el suelo sangrando. La abracé, grité, intenté llamar... ¿a quién?... de pronto un vecino se acercó, también el portero, luego la policía, luego el dolor desgarrador de una madre a quien le asesinaron a su hija... ¿por qué? ¿quién? El dolor me desgarró el alma.

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martes, enero 06, 2009

XXXVI El fracaso de la hostia














No está muerto quien pelea y al fin de cuentas mejor morir peleando que entregarse al lujo y la vulgaridad. Nuevamente Johnny, el Loco, Hank y Pablo volvían a encontrarse... fracasados hasta la hostia. Si bien no eran fracasos completos todos tenían puertas abiertas a nuevas aventuras. El Loco no había aprobado el examen de ingreso al ENERC, Hank había retomado su trabajo pero era todo tan monótono y azul en su vida, Johnny había sido echado de la casa de su amante y Pablo había vuelto de Córdoba con más dudas que certezas. Así los cuatro navegaban a la deriva encontrándose en el centro de la tormenta, tan lacónicos como resacosos.
¿Edulcorante o azúcar?
Mierda, es más sabrosa.
¿Te acordás de Marta, Pablo?
Sí que me acuerdo...
¿Mierda?
Levante la mano el que no se haya cogido a Marta...- Evidentemente Hank era el único que no entendía nada, Pablo sonrió, Johnny largó una carcajada y el Loco siguió con el té...
¿De quién hablan?
No os dejéis llevar por los chimentos mi estimado colega Hank.
No le hagas caso a Pablo, Hank... Una noche me quedé hablando de Cobain con Marta, ella era fanática, Cobain pasó a la historia y ella se acercó tanto a mí que terminamos revolcándonos en su cama, pero hacía tanto ruido que tuvimos que tirar el colchón al piso para no molestar a los vecinos; eso es algo normal, cogimos mucho, hasta me la culeé... Lo peor era que estaba constipada y no sé si será que no hay mejor remedio que la enema lechera pero quiso Dios que esa mujer se cagara encima mientras se la daba... Imagináte todo el colchón lleno de mierda, mi pija llena de mierda... y ella decidió chupármela para limpiarme supongo, o de pura perversa que es.
Esa historia la contaste muchas veces Johnny...
Claro Loco, porque tu historia de cuando te la garchaste en la terraza y salió la vecina es mejor...
Los filmaron Johnny querido...
Vos no hablés que tampoco estás limpio Pablillo... ¿o no recordás cuando te agarraron bebiendo de su concha?
O sea que por lo que deduzco todos se cogieron a Marta...
Corrección... Marta nos cogió a nosotros y a un montón de chavales más... Vos estás invicto, te la vamos a presentar.
¿Y está buena?
Según se mire... No es LA mujer pero le pone onda, coge bien, grita a veces, es bien pero bien perversa. Pablo y yo le dimos juntos...
¡A bueno pero se la banca!
Marta es bien polenta, se banca lo que venga...
¿Lo que venga?
Loco... ¿Dónde está el número de Marta?
Pablo lo sabe...
Todos sonrieron perversamente saboreando la imagen de Marta instalada en el inconsciente colectivo; vodka, jugo de naranja y... ¡Marta!

lunes, abril 28, 2008

XXXV Córdoba ida y vuelta














No lo sé, pero creo que esta noche moriré de angustia, de ganas, de ¿celos?, de locura. Ni por un momento pensar que todo sucedería así como un estruendoso y calamitoso fin de... Mierda, si pudiese rendirme a reír o cantar en la universalidad, pero sólo permanezco en silencio, mordiéndome de... ¿Cómo saber qué es lo más adecuado? Adecuado es una palabra tan medida, tan precisa. Odio la metodología, sólo deseo triunfar pero me angustia tanto. No puedo comprender cómo reaccionar frente a esta situación, rehuso a darme por vencido, pero no quiero morir desangrado. Al parecer ya no soy tan siquiera un fantasma en su recuerdo. Puto recuerdo. Este sueño no es agradable porque se torna lacrimógeno... Es el fin de todo y tengo ganas de decirme que hay mucho por qué pelear... Pero ¿Dónde?

Luego de horas ausentes regreso a la realidad despojado de ilusiones. Si desnudar mi alma hiciera efecto, lo haría; si esperar y seguir esperando dejando actuar al tiempo, también, pero duele. Angustia no saber qué hay detrás de esos ojos. Angustia no poder saltar esa pared. ¿Realmente será todo tan angustiante en este viaje? Leo y me angustio, miro y me angustio, hablo y me angustio. Siento que ya no hay piel ni palabras, ni delirio, ni absolutamente nada; es feo sentirse rechazado, ignorado. Y no puedo imaginar otras salidas a esta mierda-situación-viaje. Encontrar en todo esto una señal, algo positivo, es tan pero tan difícil. Por momentos, llorar pareciera ser la única mediación y ya no sé si la mano que acaricia mi espalda es real. Por momentos ser frío y armarme de una coraza que impida dejarme desnudo frente a ella... pero es todo tan mierdosamente feo. Si llorar, morir o amar son verbos tan mierdosos como una puta coraza. Si todo siempre tiene que ser tan bipolar, tan radical, tan pensado y puta qué mierda de mundo el premeditado, pero al fin y al cabo el abandonarme a la nada y a un futuro incierto me angustia tanto como amar a quién por mí ya no siente absolutamente nada... Absolutamente parece una palabra chic.

Chic es algo así como que comienza a molestarme el uso de ese término en ésta sucesión pseudo infinita de términos. Si las cosas no fueran chic, serían chac o chuc, pero chic es un buen término para denominar al término “absolutamente”. Absolutamente es un término muy abarcativo, siendo así podría expresar que siento que mi angustia es absolutamente incongruente, pero incongruente también es un término chic.

Si pudiera dormir y dejar que las horas pasen sin pasar eso sería maravilloso, pero maravilloso prontamente se convertirá en un término chic. Y así podría continuar ad infinitum con mi clasificación de términos chic y ¡basta! Córdoba 430 km.

Por momentos soy tan fuerte, seguro, decidido; y por otros soy el más melancólico de los perdedores. No darle bola... ¿qué habrá querido decir con eso? ¿Cómo no darle bola cuando no pienso en otra cosa que no sea ella y chic! Viajar en micro afecta mi garganta, el puto aire acondicionado. Y de golpe el recuerdo de Anita, cuando era una tentación en el camino y creía que las cosas iban bien, porque era así, pero después...

Sarna de una noche en la playa y el sol saliendo y todo muy lindo pero... Pero se está volviendo chic. La soledad, la introspección, la música, la liberación de las pasiones, la locura, la ANGUSTIA. Chic. Puta, si todo fuera más sencillo y agradable. Tal vez terminar de leer ese libro me ayude a entenderla mejor a ella. Tal vez terminar el libro que estoy escribiendo sea complementario. Es como haber sido tragado por las circunstancias de ese libro. Magia, vudú, bidú-cola y las ilusiones de los catorce años, el sentirme trasladado en el tiempo y el pensar que yo también tuve dieciocho años y ganas de llevarme el mundo por delante y patear todo a los mil diablos y ¡shit! ¡Cuánta niebla! Y las antenas de alta tensión y los camiones y las niñas de mi derecha que no se callan y comienzan a fastidiarme y Rosario y los recuerdos y la gente y las historias tristes. Y yo tratando de descifrar qué hay en mi cabeza. Si, lo sé, pero no puedo decirlo... ¿Podré? Sólo tengo mi voz y mi vida y te las ofrezco y no quiero llorar, ya no más por esta noche, mañana veré, sweet dreams.

Plinc! Una luz verde se enciende y del ascensor descienden abogados y policías e imputados. El reloj avanza cansado, tanto o más que mi abogado. Una oficial de policía ordena apagar los cigarrillos, por la falta de aire, vio. Plinc! Nuevamente la luz verde, el ascensor no deja de subir y bajar y detenerse en el piso 12. Silencio y palabras sueltas llegan a mis oídos, sigo prestándole poca atención a todo este caso, sólo reparo en la situación de fondo como si lo demás no... Pero qué importa si eso está fuera de mis manos. Alguien pronuncia mi nombre. Pero ella... Si tan sólo supiera y dejara que las cosas... pero las cosas... Plinc! La gente espera inquieta y no dice nada. El chicle me ayuda a sacarme el mal aliento. Pero si todo fuese cuestión de aliento... Puáj! Los recursos son escasos y decodificantes de cables cruzados y tirantez. Si tan sólo dejásemos de tirar y nos acercáramos nuevamente, pero todo eso parece tan inútil, tan inverosímil, creo que ya no soy ni un fantasma en su vida. Y no es todo lo que tengo para decirle, sino la piel. La piel y el calor y el aroma y las risas, pero si tan sólo la piel... Ahuyento mis enigmas tan lejos como puedo o los dejo librados a su propia Suerte... Macabro por los pies.

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jueves, marzo 06, 2008

XXXIV La historia más triste


















Me había encontrado sorpresivamente con Luz meses atrás, estaba tan cambiada. Había cortado su largo pelo y si bien adoro en forma instantánea a las peladas, me resultaba extraño verla con la cabeza rapada. Hacía tiempo que no nos veíamos y su mirada tenía algo diferente, algo que no era normal en ella. Ahora volvía a encontrarla, nuevamente algo en su mirada, me habló y la escuché, tomamos té nos abrazamos y lloramos. Era franca y directa:
- Pablo, a vos no te puedo mentir... Tengo HIV y es posible que vos también estés infectado...
- Desde cuándo lo sabés?
- Hace un tiempo me dieron los resultados definitivos... Es todo tan difícil, la psicóloga, las pastillas y la puta que lo parió!
Me quedé mudo, no sabía que decirle, pensé en mí un instante eternamente egoísta... Ella ahí frente a mí condenada y yo pensando en mí... si todavía existía una posibilidad de un resultado negativo. Así comenzaron mis días de tormento. Me contó muchas cosas del tiempo que habíamos dejado de vernos, me habló del cubano y todas sus hipótesis de contagio. Nuestra relación había sido corta y solo se basó en el sexo y calor de los días de invierno. Me hizo prometerle algo que tenía que ayudarle a realizar. Estaba comenzando a ceder ante la muerte y eso me asustaba. Sus palabras reflejaban el cansancio, la impotencia y la entrega ante la muerte, hablaba como si estuviera muerta, anticipándose a lo que vendría. Intenté darle fuerzas pero ya era tarde. Comenzamos a rastrear a todas las personas con quienes nos habíamos acostado desde entonces, era factible que ellos también fueran seropositivos... si yo lo era. Lloramos y nos abrazamos sabiendo que era imposible el contagio vía abrazo, aún ignorando si yo estaba infectado o no. Puto virus.
Luego se sucederían mis charlas con Hank (él también había estado con Luz) Cómo avisarle a Mariana? Y a Andrea? No era fácil encarar esas charlas.
Luego de unas semanas me entregaron el resultado... NEGATIVO. Me tranquilicé, pero lloré por Luz. Le ayudé con lo prometido, el invierno avanzó sobre nosotros. Luego vendrían para ella las colas en los hospitales, la falta de medicamentos, los grupos de ayuda, el cansancio de este puto sistema en donde la gente muere sin esperanzas. Los días pasaron y lentamente iba cumpliendo mi promesa.
Luz murió años después, tenía veintiseis años y su futuro se oscureció y desapareció junto con ella. La última imagen de Luz registrada por mi cámara fue una sonrisa amplia y viva, un baile y una actuación brillante. El video se lo entregué a su hermana para que su hija conociera a su tía. Luz quería ser actriz, su sobrina crecerá con el recuerdo de ese video y esas imágenes. Hoy lloré la pena de tu muerte Luz, hoy me hice más fuerte con los golpes que nos propina la vida.
- Pablo, a vos no puedo mentirte...

viernes, agosto 03, 2007

XXXIII Los días se hacen largos









Tomé otro trago de vodka y prendí mi último Parisiennes, me abracé al bajo y me relajé al tiempo que escuchaba a Hank hilar una melodía oriental a ese final caótico que acabábamos de hacer de Brain Damage de Pink Floyd; y era una hermosa noche llena de angustia. Toda la noche encerrados en esa sala de ensayo de Palermo... y la angustia...

Caminé bastante hasta casa, pero en la puerta me detuve y cambié mi rumbo, fui a ver a Mariana. Otra vez me encontré frente a la botonera presionando esa misma coordenada, nuevamente la sensación de angustia. Luego de escuchar la voz de Mariana y la chicharra invitándome a pasar, subí por ascensor hasta su departamento. Allí me esperaban Mariana y su amiga Leticia, era toda una novedad volver a ver a esa mujer luego de tanto tiempo, pude adivinar algo en sus ojos... una sensación vagamente angustiante. Mariana podía adivinarme en los momentos más oscuros, sonrió con lamento y me acarició el pelo. Sabía de alguna manera que las cosas no iban bien entre nosotros, podía ver esa ruptura, podía sentirla; sabía que todo se estaba rompiendo.

Johnny Jell había dejado la guitarra para imponer sus ideas locuaces sobre las cadencias en Have a cigar. No era Radiohead, ni Weiland, ni Smashing Pumpkins... era Pink Floyd lo que estaban tocando. Cada tanto paraba su parlotera para beber su vodka con naranja o tomarse una línea de las hermosas que había peinado esa noche.

- Esta es una ciudad de merqueros...

- Hank, todo el mundo toma merca... los policías, los políticos, los artistas, los estudiantes...

- Vos.

- Yo también... y el Loco, Pablo y vos también... hasta tu madre tomaría merca de estar acá con nosotros.

- Esta es una ciudad de mierda.

- Loco, estamos hablando de merca no de la ciudad...

- Pero esta es una ciudad de mierda...

- Es una ciudad como cualquier otra, llena de drogas y policías y chorros y asesinos y políticos corruptos que toman merca...

- Acá podés comprarte un pancho, un televisor o te pueden cagar matando de un puto balazo y todo sigue igual, nada cambia.

- La gente es la mierda de la ciudad.

- Esta ciudad es el paraíso.

- Por eso el otro día unos tipos casi te hacen mierda, no Johnny?

- Esta ciudad está llena de merqueros...

Desperté abrazado al bajo, escuchaba gritos, Hank y Johnny se estaban matando a trompadas. Las peleas entre Hank y Johnny son violentas, se pegan fuerte y... el Loco intentaba separarlos, evidentemente la merca los había excitado en demasía, a mi me había dado mucho sueño y una angustia terrible... Pink Floyd... La pelea seguía, ahora con micrófonos cayendo al piso y una batería desmembrándose bajo el peso de los pendencieros de mis amigos. Me levanté y les grité:

- Basta hijos de puta! Vamos a tocar Pink Floyd la concha de sus putas madres! El tiempo es oro! – El silencio fue abrupto. Era impresionante cómo acataban mis ordenes cuando me enfadaba. Si bien éramos bastante anárquicos, a la hora de los gritos todos me obedecían. Caóticamente comenzamos una rara versión de Money... Era hermoso escuchar como las piezas se iban ensamblando, era hermoso sentir la música.

Mariana me acariciaba el pelo y me abrazaba pero estaba esquiva, distante, decidí irme de allí, la angustia no cesaba.

Salí corriendo de la sala directamente a rendir el examen de ingreso al ENERC, fuck! Llegaba tarde y tenía que correr muchas cuadras. Parecía un lunático escapando de su alucinación... siempre tuve miedo cuando corro por las calles

que un puto policía me baje a balazos... Johnny se había ido enojado con Hank quien se quedó dormido en el piso hasta que el dueño de la sala –que le debía unos cuantos favores- le pidió que desalojara el lugar. Mientras tanto yo seguía corriendo cuadra tras cuadra, parecía que nunca fuese a llegar... Cada cuadra que avanzaba me alejaba más y más de mi destino y sin embargo iba en la dirección correcta, rumbo al fracaso... Llegué bañado en sudor, el corazón me latía muy fuerte, shit!

Ya ni recordaba por qué me había peleado con Hank, me preguntaba dónde estaba Pablo, no recordaba cuando se fue ni por qué...

lunes, junio 18, 2007

XXXII El histeriqueo en tiempos de Ptolomeo











Mi amigo Johnny Jell decía por aquel entonces una frase que luego plasmó en un libro: “No es rencor, ni revancha, ni nada; sólo es hacerme desear un poquito” en alusión a no sé que mujercilla y un extenso histeriqueo. El libro llevó por título El histeriqueo en tiempos de Ptolomeo y era un delirante y extravagante trip por las relaciones con el sexo opuesto de mi pobre amigo. El libro se lo publicó su última ¿amante? (es difícil calificar las relaciones de Johnny) una fotógrafa de más dinero que prestigio y de muchos atributos. Johnny era casi un mago, ni Hank ni el Loco podían explicarse cómo hacía para conseguir esas mujeres. Yo les rebatía que se lleva en la sangre, que detrás de ese proyecto Bukowski en potencia se escondía un gran genio, un iluminado, un bastardo con alma de poeta, un simplista, un ecléctico maníaco, un soñador, un gran hombre, un gran hijo de puta también, pero eso se lo dejo a las mujeres que en sus bocas suena con más odio. Las publicaciones de sus libros habían coincidido con las relaciones sentimentales con sus mecenas como así también las no-publicaciones de otros tantos proyectos. Lo cierto es que Johnny era mi amigo y no era tan mal tipo como algunos creen. Hablando de Ptolomeo y otras yerbas, una tarde de conversa con Johnny le conté la bronca que tenía; la historia sucedió durante una mañana con Mariana, ella había llegado a casa con la finalidad de verme, en ese momento transitábamos la cresta de una ola que luego rompería contra el acantilado, durante toda la mañana hicimos el amor escuchando Mellon Collie and the infinite sadness, reíamos, cantábamos y nos amábamos con locura. Todo iba bien hasta que llegada la media tarde mientras me perdía infinitamente en un laxo orgasmo, Mariana se sonrió al sentirse río y luego me preguntó:

- Pablo ¿me acabaste adentro?

- ¿Qué?

- ¿Me acabaste adentro?

- ¿Es una broma?

- ¿Si o no?

- ¿Me estás cargando, mujer?

- ¿Si o no?

- ¿Hablás en serio?

- Sí.

- Vos me estás cargando...

- Sos un hijo de puta, ¿si o no?

- Mujer, estuvimos cogiendo todo el tiempo y acabé siempre dentro tuyo porque no me dijiste nada. ¿Me vas a decir que no te diste cuenta?

- Sos un hijo de puta.

- ¿Qué te pasa?

- Que sos un hijo de puta... lo único que espero es que si quedo embarazada me pagues el aborto.

- ¿Qué decís? ¿Vos me estás jodiendo?

- Sos un hijo de puta, me voy...

- ¿Estás loca? ¿Ahora me venís a preguntar si te acabé adentro o no? ¿Sos boluda o te hacés?

- Hijo de puta, dejáme ir...

- Perdoname, pero igual te estás yendo al carajo.

- Hijo de puta dejáme ir, ¿no te das cuenta que es una situación de mierda?

Tiempo más tarde la historia formaba parte de Ptolomeo. Johnny era un ojo indiscreto, no sólo escribía cosas autobiográficas sino que también husmeaba por los alrededores y siempre reparaba en lo chocante. Se convertía en el borracho que escupe la vergüenza ajena, que les muestra las chanchadas a quienes las realizan. Le gusta revolver el cuchillo, crear polémica. Mucha gente se escandaliza con algunas cosas que ha escrito por este motivo, pero los hipócritas tienen capítulos enteros dedicados por Johnny y escritos especialmente para ellos. Le gusta arrojarles su propia mierda. Contestatario, rebelde, un hijo de puta. Johnny está escribiendo su próximo libro, algo así como La tripa del cordero...



viernes, abril 20, 2007

XXXI Menos pregunta el Diablo y condena










Una de las frases del Loco es: “Menos pregunta el Diablo y condena”... Tal vez sea una de las formas de descontextualizar frases populares del Loco, más o menos esta frase más o menos cambiada se la atribuyen a un más o menos tal Dios. Me pregunto quién será este chaval... El Loco está pirado, eso lo sabe todo el mundo, como también sabemos que el resto del mundo está más loco que el Loco.

Caminando por la calle alguien vino a hablarme, o algo así porque primero recibí una trompada tremenda y luego golpes en el cuerpo, fue tan sorpresivo que no pude reaccionar, pero tal vez este mentecato me golpeó allí donde no se debe golpear a un hombre: el orgullo... Así fue que me sobrepuse y recordando las noches en las plazas cuando yogaba capoeira con mi amigo Pablo le apliqué a este enfermo que me golpeaba un par de patadas y unas piñas con toda mi furia, tan fuerte le pegué que cayó al piso. Luego me enteraría que el tipo en cuestión era el novio de Carla, una flaca que me hablaba todo el tiempo de su novio y de lo lejos que estaba mientras dormía en mi cama. Al parecer esta mujer le había dicho al novio –una vez llegado este último a Buenos Aires- lo difícil que había sido mantenerme a distancia a mi, cuando en verdad era todo mentira, si mal no recuerdo fueron varias las noches que Carla pasó en mi cama. Eso no importa, la cuestión es que la turra quería pasar por santa ante el novio y hacer que él me cagara a palos a mí, por qué razón no lo sé. Buena sorpresa se llevó Carla cuando vio el ojo negro de su novio. Mis negocios iban bien, me había instalado en una cueva en un edificio de Buenos Aires cerca de lo de Pablo. Entre todas mis luchas tenía que luchar también con ese imbécil del cual ni sabía su nombre. En el contestador tenía un mensaje de Pablo, al parecer Hank había salido de su letargo y estaban organizando una reunión de esas a las que uno no puede faltar. Sólo había que avisarle a Johnny... Y todos nos preguntábamos dónde mierda estaba Johnny.

Si había desaparecido y nadie podía encontrarme era muy sencillo: estaba viviendo en casa de una fotógrafa. La vida es cruel, es poesía, es miel y hiel también... Esta vez estaba panza arriba con un sol hermoso. Había conocido a Daniela en una exposición, desde ese momento no me había soltado. Las mujeres me toman y me exprimen hasta que ya no tengo nada más para darles, es entonces cuando me tiran. Daniela tenía un departamento muy grande y mucha plata, además era hermosa. No sé qué le impactó de mí, tampoco se lo pregunté. Allí estaba yo recluído, salía sólo a trabajar, me había distanciado hasta de mis amigos. Estaba absorbido totalmente por aquella mujer. Vivía en su casa, comía su comida, dormía en su cama, dormía con ella además, me llevaba a sus fiestas y me presentaba a sus amistades como su chico. Toda la gente que conocí estaba rayada y vacía. Yo vivía bien, pero el ambiente era una mierda, podía ver cómo todas esas minas histéricas se acostaban con los novios de sus amigas, con cuanto tipo aparentemente interesante se les cruzara, y si era productor de algo, mejor... No tardaron mucho las amigas de Daniela en arrinconarme contra la pared. Por momentos resultaba un mundo muy vacío, pero a veces era divertido. No pude negarme ante ninguna de las amigas de Daniela, porque no estaba enamorado de ella. Creo que estaba con ella porque ella me había raptado. Una tarde gris, decidí llamar a Pablo a ver qué onda por esos lares. Le dejé un mensaje en el contestador, mientras fumaba y escuchaba música recostado junto a Daniela, dormía profundamente... Sentía un abismo dentro de mí...