VII Johnny Jell visita el limbo
Para Johnny era normal empezar el día con su infaltable vaso de ginebra. Ese día despertó en una cama ajena, el hecho no lo hubiese sorprendido si la voz que comenzó a escuchar le hubiese hablado en castellano, era una voz de mujer hablando en un idioma extraño y duro... Abrió los ojos y allí vio a Natalie, la alemana que había conocido la noche anterior en el Octoberfest, entre las cervezas y los pretzel... Recordó sin querer recordar demasiado y se perdió en las tetas de la alemana juguetona.
Hacía días que Johnny no veía a Valeria, lo más cercano a una novia que Johnny podía tener. Sin embargo cuando llegó a su casa encontró varios mensajes... todos comenzaban con la voz de Valeria. Cansado de escuchar todos y cada uno de los mensajes marcó su número telefónico y la puta voz de contestador. Sobrio como pocas veces decidió comer algo, abrió la heladera: estaba vacía.
Valeria cruzó la calle, tocó el timbre y por contestación recibió un bostezo de sueño...
- Soy yo Johnny...
- Oh, mujer... fuck... sube...
Ni bien abrió la puerta, Valeria lo llenó de besos, le recordaron a una ginebra añeja y cerró la puerta. Hacía tiempo que no hacía el amor con Valeria y se sintió extraño, más allá de que tenía hambre. Valeria lo invitó a su casa, pero en ese momento sonó el teléfono y una voz alemana invitándolo a comer. Sagazmente se deshizo de Valeria, no sin un extraño remordimiento y partió a su encuentro furtivo.
Natalie lo esperaba con una sabrosa comida, ni reparó en las tetas de la alemana, se abalanzó sobre la mesa a devorar todo lo que cayera en su plato. Se durmió. Tocaron el timbre, era Ive, una amiga de Natalie. Luego de hablar largo rato en un inentendible alemán Natalie salió dejando a Ive sola con Johnny, que todavía dormía placenteramente.
Cuando despertó, se encontró desnudo frente a aquella belleza y sin poder entender algo pidió fuego, Ive no entendió y le arrojó una pequeña caja, Johnny abrió la caja y encontró una pequeña piedrita de faso y algunas pepas...
- ¡Guau! ¿Puedo?
- ¡Oh, clarou!
- ¿Quién eres?
- ¿Mi? Ive... ¿Tu eres Johnny?
- Por supuestou... - sonrió mientras con sus ojos desnudaba a aquella mujer que tenía enfrente, la alemana sonrió sin entender demasiado- ¿Te gustaría echarte un polvo conmigo?
- No entiendo...
- Acércate, así te explico.
- No comprendo...
- Siendo así me acercaré yo- Se levantó y avanzó hacia ella tomándola por los hombros y buscando sus labios, la alemana comprendió perfectamente y al cabo de unos segundos se revolcaban en la cama de Natalie...
Ive era robusta de tetas grandes y buen culo y desde que había puesto un pie en Sudamérica no había dejado de fumar porro. Natalie demoró mucho tiempo, tal vez demasiado, Johnny pensaba en marcharse ya que debía encontrarse con Valeria, ¿pero quién era Valeria? Y al fin y al cabo estas alemanas eran muy sabrosas...
Johnny Jell reconoció en ese su día de suerte... El ácido comenzaba a hacer efecto...
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