sábado, marzo 04, 2006

VI Guerreros errantes

















El tren estaba llegando a la estación. El Loco estaba a un paso de bajarse y salir de allí, estaba molesto por el viaje, los viajes lo molestaban, lo enfurecían. Odiaba eludir a toda esa gente con su cara de pocos amigos. Odiaba a rabiar esa maldita situación que lo sumía a volver repentinamente a su estado natural. Cansado, harto, podrido hasta el culo de todos esos viajes relámpago buscando un lugar que lo aceptara sin condiciones ni problemas. Buscó un teléfono, marcó el número...
Un puto contestador, pendeja de mierda por qué carajo puso el contestador. Y ahora qué mierda hago es esta mierdosa ciudad. ¿Dónde habrá porro? Pendeja del orto por qué tiene que poner un puto contestador.
Salió de la estación y comenzó a caminar sin rumbo por la primer calle que encontró, esa ciudad era extraña, más extraña que todos sus viajes, o tal vez sea que luego de tantas drogas la realidad era más extraña que de costumbre. Era rara, muy rara esa ciudad, todavía faltaba la cereza...
Hank se despertó sobresaltado con golpes y gritos, reconoció inmediatamente la voz de Verónica y saltó de la cama tomando el primer pantalón que halló en el piso, salió al pasillo y furioso golpeó la puerta de su vecino. Más furioso abrió César que por toda contestación a su pregunta recibió un bruto portazo en la cara, rompiéndole la nariz, luego Hank se abalanzó sobre él descargándole fuertes trompadas en la cara y un doloroso rodillazo en los huevos que lo hizo caer al suelo, no conforme con esto Hank lo pateó reiteradas veces dejándolo escupiendo sangre junto a la heladera.
- ¡Te dije hijo de puta que si la volvías a tocar te mataba! Vero, agarrá tus cosas, no te quedás un día más con esta mierda.
Salieron del departamento rápidamente mientras César maldecía entre la sangre y el piso frío.
En la calle tomaron un taxi rumbo a la casa de su madre, El Loco doblaba en la esquina cuando ellos pasaban delante de él. Probó nuevamente con el número de teléfono y esa horrible voz de contestador lo enfureció.
Puto contestador, Valeria y la concha tuya, ahora qué mierda hago en esta ciudad del orto. Caminé hasta la esquina y compré una cerveza, me senté y esperé...
Me despedí de Verónica en la puerta de la casa de su madre y regresé a casa seguro de que César estaría buscando venganza. Desde la esquina vi el rostro mojado de Verónica y su ojo negro, sólo pensé en matar a ese hijo de puta, si él no me mataba antes.
Apenas pude levantarme me miré en el espejo del baño y estaba lleno de sangre, me había roto la nariz el muy conchudo, salí y le pateé la puerta, pero sabía que no estaba ahí. Hijo de puta, así que era él, el que se estaba cogiendo a la muy puta de mi mujer. Salí a la calle a buscarlo, crucé hasta lo del Pato y le pedí un fierro, este no me iba a joder, lo iba a llenar de plomo al muy puto. En la esquina un pelotudo se me plantó porque le había tirado la cerveza, nos miramos amenazantes y seguí mi camino.
Lo busqué por el barrio pero no lo encontré, al fin volviendo para casa lo vi que estaba cruzando la calle, corrí y cuando lo tenía a tiro el tarado de la cerveza me partió una botella en la cabeza...
El ruido a vidrio roto me hizo voltear y lo vi a César con un arma en la mano y un chaval que le había roto una botella en la cabeza, un disparo, un grito, corrí y le pegué una patada, alguien llamó a la policía, el pibe estaba herido, lo llevé a casa, me había salvado, esa bala me hubiera despanzurrado los sesos...
El chabón me llevó a su casa, la bala me había rozado la pierna y sangraba más de lo que dolía, por suerte había sido sólo un rasguño.
- Hank. gracias por salvarme...- le dijo mientras le daba la mano.
- El Loco, lo mismo digo...
Esa fue toda la presentación, los guerreros errantes se daban la mano, se medían dos titanes sin saber que muy pronto pelearían espalda contra espalda...